Fatiga pandémica

Decir que la actual pandemia nos ha cambiado la vida resultaría una obviedad. Nuevos hábitos, nuevos comportamientos, nuevas relaciones sociales… Hemos incluido multitud de palabras nuevas a nuestro vocabulario: pandemia, COVID, distanciamiento social, FFP2

Nuestro día a día se ha visto perjudicado con multitud de restricciones de actividades que hasta hace no mucho podíamos hacer con total normalidad. Prácticamente no ha habido ni una sola faceta que no haya sido modificada con la nueva situación sanitaria. Y, por qué no decirlo, todos los cambios a peor. En todos ellos se nos exige coartar de alguna u otra manera algún aspecto de nuestra vida. Menos libertad y más dificultades.

El ser humano está muy acostumbrado a asumir grandes sacrificios y siempre se ha dicho que da lo mejor de sí mismo en situaciones de crisis. Sin embargo, somos un animal que se lleva muy mal con la incertidumbre. El asumir grandes esfuerzos sin observar, no ya una mejora clara de la situación, sino incluso un empeoramiento, nos puede ser muy traumático.

Es en este contexto en el que la Organización Mundial de la Salud habla de “fatiga pandémica” y la define como: “desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas, que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones”. Es curioso que la OMS parece que se preocupa sobre todo en las consecuencias que podría tener y no en las causas. La población se está viendo superada y los signos de agotamiento no son ningún capricho.

Si ponemos el foco en la persona que lo sufre podremos observar que existe un hartazgo de la situación, una fatiga mental y emocional que conlleva una relajación en los hábitos socio-sanitarios fundamentales en la situación de pandemia que vivimos. Lo podríamos resumir con el típico: “ya me da igual todo”.

Cansancio, somnolencia, decaimiento general, desmotivación general, falta de atención, menor agilidad física… esto son algunos de los síntomas asociados a una “fatiga pandémica”.

De un modo u otro todos hemos sufrido alguno de estos síntomas aunque solo fuera de manera puntual. La falta de perspectiva de que la solución sanitaria mejore aun con el sacrificio que la inmensa mayoría estamos haciendo unido a la sensación de vulnerabilidad propia o de nuestros seres queridos puede socavar nuestro ánimo y caer en el pesimismo en una marcada espiral.

¿Qué podríamos hacer para evitarla?

Va a requerir cierta dosis de autocontrol emocional. La solución a este desánimo solo puede venir de nuestro interior y va a consistir en transformar ese pesimismo en algo más positivo.

¿Podemos cambiar algo de lo que está sucediendo? ¿Depende de nosotros? La respuesta es clara. No. Entonces, ¿merece la pena que me preocupe por ello?

¿Alguna vez has practicado alguna técnica de meditación? Mindfulness, yoga, meditación… a lo mejor ha llegado el momento. Son técnicas al alcance de la mano con multitud de información sobre ellas y que podemos practicar nosotros mismos. Nos harán sentir mejor y modular nuestras emociones y sentimientos.

¿Alguna vez has querido practicar algún deporte o afición? Te lo podrías plantear. Pintura, patinaje… actividades que se pueden practicar al aire libre y compatibles con los posibles confinamientos. Nos mantendrán despejados y en forma evitando pensamientos negativos.

Y también, por qué no decirlo, huir de la sobreinformación. Un continuo martilleo de informaciones en ocasiones contradictorias y a veces tóxicas que no nos proporciona valor alguno. ¿Cuántas películas conoces de Alfred Hitchcock? ¿Sabes que dirigió más de sesenta? ¿Nunca te has planteado conocer más de su filmografía? ¡Puede ser que haya llegado el momento de sustituir la tele por buen cine!

Podemos modificar pensamientos negativos transformándolos en positivos:

  • Nos dicen que la tasa de vacunación es muy pobre y que hay mucha escasez de ellas. No obstante, tenemos vacuna, tenemos varias, y se están inoculando. Tenemos soluciones.
  • Nos dicen que el virus está variando y que dentro de poco habrá muchas cepas. Realmente es normal, es lo que suelen hacer los virus y lo hacen todos ellos. No es preocupante que haya mucha variedad si la solución es la misma y es eficaz.
  • Nos dicen que nunca todo será igual que antes. ¿Por qué? ¿Quién tiene la bola de cristal? La humanidad ya ha pasado pandemias infinitamente peores que esta. Es posible que hubiera un antes y un después, pero siempre el post fue mejor que el pre.

“Nahh, este no es es el final, no es ni siquiera el principio del final. Puede ser, más bien, el final del principio.” Winston Churchill.

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